TE CREÍA UN CAPRICHO MÁS
Florentino UlibarriTe creía un Dios cualquiera
de esos que salen al mercado,
crean impacto,
conquistan a la gente
y, en poco tiempo, quedan olvidados.
Te creía un payaso cansado
que se contenta con alegrar
a niños y simples,
y que ofrece oasis de fiesta
porque la vida de cada día
sigue siendo triste e injusta.
Te creía antiguo y bonachón,
señor de paredes y de cuadros
que mira pero no habla;
pastor que sigue manejando la honda
en tiempos de las armas atómicas..
Te creía poca cosa...
No daba importancia a tu palabra
ni a tu compañía.
Eras la visita de cumplido
para después del compromiso.
Eras el postre de una buena comida,
el complemento sentimental
de la razón y de la ciencia...
¡Te creía un capricho más!
Pero eres un Dios de vida e ilusiones.
No es inofensivo acercarse a ti.
No es una cortesía inocente dejarte entrar,
abrirte la puerta,
enseñarte la casa
y darte asiento en el salón.
¡Huésped inquieto y peligroso,
tierno y guasón,
inteligente y eficaz!
Zaqueo firmó un cheque en blanco.
Yo te creo, Dios.
Te creo capaz de dar la vuelta a la cabeza,
al corazón y a la vida,
a todas las vidas de todas las personas.
Capaz de reformar todos los planes
y desviar todas las rutas;
de abrir nuevos caminos;
de ofrecer horizontes inéditos.
Yo te creo capaz
de fijarte en quien está en la higuera;
de invitarte a comer por sorpresa;
de hospedarte en casa de un pecador;
de repetir, hoy, la historia.
No te hagas rogar.
Mírame como Tú sabes,
e invítate a comer en mi casa.
Florentino Ulibarri