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Libro de la biblia

* Cita biblica

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Fecha de Creación (Inicio - Fin)

-

TAMBIÉN LLEGARON MUJERES SABIAS

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Y aunque no lo digan las crónicas,

también llegaron mujeres sabias

desde los cuatro puntos cardinales.

El fuego ardía en su seno

mucho antes de ver la estrella en el cielo.

Caminaban en oscuridad fiándose

de que la tierra se iluminara cada noche

con la luz de las lucernas más humanas.

 

Llegaron mujeres sabias

libremente y por propia autoridad,

sin ocultarse y desafiando las costumbres,

sin pedir permiso a ningún rey,

siguiendo sus intuiciones y sueños

su anhelo y el ritmo de su corazón,

cantando canciones de esperanza

y abriendo camino a la dignidad.

 

Llegaron en silencio, de puntillas,

sin ruido, sin parafernalia,

sin provocar altercados ni miedos,

sonriendo a todos los peregrinos.

Llegaron de forma contracultural,

no les quedaba otro remedio.

Nadie levantó acta con sus nombres,

pero dejaron huella y recuerdo imborrable.

 

Llegaron y trajeron regalos útiles:

agua que limpia, fuego que ilumina,

pan de la tierra y leche de sus pechos.

Llegaron con mantas para envolver,

frutos secos para compartir,

aceites para curar y ungir

y nanas tiernas en sus gargantas

para alegrar y dormir al que iba a nacer.

 

Ayudaron a María a dar a luz,

y cuando gemía con dolores de parto

le susurraban bendiciones de su pueblo.

Se quedaron en Belén muchas lunas,

y encontraron para la familia un lugar digno.

Y enseñaron a otras su arte y oficio,

con paciencia, ternura y tino

hasta que surgió una red de solidaridad.

 

Llegaron mujeres sabias

y alzaron su voz, sus brazos,

su sabiduría, su cuerpo, su espíritu

contra la matanza de inocentes.

Y se marcharon por otro camino,

igual que lo hacen siempre,

sin prestar atención a los cantos triunfales,

para proteger a los hijos más débiles.

 

Se marcharon a su tierra.

Pero vuelven una y otra vez en esta época

y en todos los momentos importantes,

cargadas de dones, risas, besos

de vida, canciones y paciencia

Dicen que es su trabajo y oficio;

pero no, son nuestro sacramento

y nuestros sueños mágicos despiertos.

 

Vestidas sin llamar la atención

están ahí, al borde del camino,

en los cruces y duelos de la vida,

en los oasis y en los desiertos,

en el límite de nuestro tiempo,

en los campos de refugiados,

en el umbral de la conciencia,

ofreciéndonos lo que más necesitamos.

 

Danos ojos para verlas ahora,

antes de que se marchen por otro camino,

y sólo sean sombra para nosotros.

Déjanos sentir el aroma de su presencia,

la sonrisa de su rostro, la leche de sus senos,

el calor de su espíritu y de su regazo

y toda la ternura de sus corazones vivos.

Déjanos abrazarlas para no olvidarlas.

 

Siempre llegan mujeres sabias,

oportuna y solícitamente,

a Belén y al reverso de la historia,

y son los mejores reyes magos

de las crónicas evangélicas no escritas.

 

Florentino Ulibarri

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