Del 1 al 4 de julio, sin límite de edad
MAGDALENA BENNÁSAR, Misionera de la Palabra de Dios, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Después de largos paseos por la red buscando cómo, dónde y con quieres vivir la aventura de una comunidad cristiana que responda al lenguaje y realidad de hoy, reconozco que lo que más me atrae y llama es ser parte de una ecoaldea donde cada uno comparte sus talentos, tengan apellido cristiano o no.
Me da pena que casi todas las que he visitado virtualmente son de corte no-religioso pero de un compromiso importante con el respeto a todo lo creado: naturaleza y personas.
Consumo responsable: ¿pobreza evangélica?
Igualdad: ¿castidad?
Suma de talentos, bienes y capacidades: ¿obediencia-escucha?
Tal vez tengan razón, tenemos que alejarnos de las toxinas de una religiosidad cultual sin compromiso para descubrir la espiritualidad –la ruah– en todo y en todas y todos.
Posiblemente los primeros monasterios y comunidades religiosas tenían mucho de esta pasión por el cosmos, respeto a la vida, al agua, a la tierra, a la madera, a los productos básicos que se compartían y consumían con frugalidad… a la vez que una dedicación importante a la escucha del Amado y de los textos que les hablaban de él.
Hoy también los hay, pero muchos están demasiado burocratizados con instituciones que en su origen eran un medio para transmitir la fe y hoy atrapan sus mentes, tal vez demasiado, por la preocupación que conllevan.
Aprendo de estas familias y personas que se aventuran a vivir tipo ecoaldea, con un sentido importante de solidaridad y hospitalidad, cosa que los monasterios y comunidades dicen que tienen como carisma y de nuevo, algunos sí, pero otros… vaya que no tienen tiempo.
Aprendo de su compromiso sin necesidad de votos ni promesas, porque su palabra es creíble al ir acompañada de hechos.
Aprendo de su convivencia sana, de sus modos de gestionar los conflictos, acudiendo a ayudas de mediadores cuando se considera necesario en lugar de usar otros métodos más destructivos.
En fin, que creo que a nuestras niñas, niños y jóvenes les ayudaría conocer lugares así y desde ahí ayudarles a descubrir los valores más básicos y también la espiritualidad que permea todo cuando se busca vivir esos valores.
Os recordamos la invitación a convivir desde esas bases, en el Monasterio San Salvador de Palacios de Benaver (Burgos), del 1 al 4 de julio, sin límite de edad.
ECLESALIA, 13/06/16