Por Eckhart Tolle. Cuando permites que cada cosa tenga su "cualidad", se revela una dimensión más profunda como presencia permanente debajo del juego de los opuestos: una profunda quietud inmóvil, una alegría sin causa que está más allá del bien y del mal. Es la alegría del Ser, la paz de Dios... La disolución es necesaria para la transformación, el crecimiento y el flujo de la Vida.