Mari Patxi Ayerra

Hoy el día es más triste para quienes conocemos a Mari Patxi, a pesar del espléndido sol primaveral que tanto le gustaba, porque nos sentimos un poco huérfanos. Ella era como una madre pendiente y amorosa para cuantos podríamos ser sus hijos, ya no digamos para los suyos propios y sus adorados nietos, a quienes siempre tenía en la boca. Y es que uno suele hablar de lo que ama, como solía decir. Así tituló su blog  Las cosas del querer.

Por eso ella escribía a corazón abierto, con la pasión de quien disfruta la vida y sus detalles, con el agradecimiento de quien sabe que lo más importante nos viene dado desde lo alto. Y no lo ocultaba. Escribía de sus preguntas a Dios, de lo importante que es hacer comunidad para sobrevivir, de sus vecinas y sus impagables croquetas, de no renunciar a nuestro tiempo propio para cuidarnos y poder cuidar a los demás, de lo necesario que es decirse el cariño, de la paz que le proporcionaba la oración o regar sus plantas… 

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En cada párrafo de sus artículos se respiraba vida, con todos los aromas que ella era capaz de reconocer y que nos mostraba para despertarnos, por si acaso se nos olvidada lo más importante: que estamos vivos. Y esa vitalidad era tan arrolladora que la sobrevive y trasciende en cada recuerdo, sonrisa o palabra, que no caía en saco roto.
 
“Maja, ahí tienes mi “articulillo”, recorta si ves que me he enrollado demasiado…” me decía cada vez que llegaba el cierre de edición de la revista. Y qué difícil hacerlo para que no perdiera esa frescura como de lluvia recién caída. Un don que no todos tenemos, como su creatividad, desparpajo, osadía y rebeldía desde lo cotidiano. “Doy un trabajo increíble al Espíritu Santo, que anda por ahí en la trastienda poniendo palabras en mi boca. Soy una osada para todo y lo mismo doy ejercicios espirituales que una charla porno. Siento que soy liberadora y buena noticia, de andar por casa, “de zapatillas”” decía.

En la revista Humanizar cada uno de sus textos son genuinos y con abundante sentido del humor. Le encantaba el género epistolar, del que surgieron Cartas a una cristianaAsí vivo yo como creyente y Maravillosamente insoportablemente.

Pero su obra se completa con alrededor de 40 libros como La vida compartidaEl regalo de la sexualidadQuerido DiosRegálame más corazón; manuales de oraciones Para antes de dormirPara alegrar el díaPara orar en familiaMás corazón o Hablo con Dios cada día y hasta una Baraja con 50 Bendiciones de la mesa.

Asimismo, junto a José Carlos Bermejo, publicó los libros Estoy enfermo y Orar el duelo, que pueden adquirirse en el catálogo de publicaciones del Centro de Humanización de la Salud.

Se retrató brevemente: “Soy mujer de oración y me fascina la vida, la gente y el saberme habitada, acompañada por Dios y cómplice de su buena noticia”.  A lo que sólo podemos añadir Amén. Descansa en Paz Mari Patxi, como solías decir al final de tus Cartas a la Familia: “Hasta la próxima. Un abrazo”.

Gema Moreno

17 de mayo de 2021 (humanizar.es)