Gómez-Acebo reservó esta segunda parte para hablar de otros tres rostros de Dios, menos habituales pero muy necesarios: el Dios amigo, el Dios de la ternura y el Dios del gozo. Una exposición desde la propia experiencia. Un alegato a favor de las emociones dejando a un lado ese interés exagerado por las verdades sobre Dios. “La ternura es una actividad que nace del fondo del alma, allí donde se aloja Dios”.