CEGAR PARA QUE OTROS NO VEAN
Nos cuenta el evangelio del próximo domingo que Jesús
cura a un ciego de nacimiento, de cuya ceguera los
discípulos le culpan a él o a sus padres. Jesús les
contesta que ni él ni sus padres pecaron. Dios no
castiga nunca. Amenazar al hombre con el castigo de Dios
es ateísmo.
Solo Dios es perfecto. La naturaleza no lo puede ser,
tiene sus fallos, que es misión del hombre reparar y
superar, pero a veces en vez de hacerlo los causamos o
incrementamos, haciendo sufrir injustamente al hombre y
a la naturaleza.
En el mundo viven actualmente más de 50 millones de
personas ciegas, de las cuales 1,5 millones son menores
de 15 años. Otros 125 millones sufren discapacidad
visual.
Cada año se producen unos 500.000 casos de ceguera en
niños, de los cuales la mitad muere a los dos años o
antes, después de haber quedado ciegos.
Muchas de estas cegueras físicas son prevenibles y
evitables, pues están asociadas a carencias nutritivas
en preparto y posparto, lo cual tiene lugar en los
países empobrecidos del Tercer Mundo.
Jesús dice a los discípulos que ni el ciego pecó ni sus
padres, pero nosotros hoy sí sabemos quiénes son los
grandes pecadores culpables de la mayoría de los ciegos
de los países pobres, que somos los países enriquecidos
a costa de los países pobres.
Los países ricos tenemos otras cegueras muy graves, que
nos hacen ciegos a nosotros y además impedimos que los
demás vean, e incluso nos impiden caer en la cuenta de
que estamos ciegos.
En los países ricos tenemos mucha ceguera por el dinero.
Las
multinacionales, los bancos, y todos cuantos buscamos
enriquecernos por arte de magia jugando a las loterías,
las quinielas, las primitivas, las bonolotos, la
corrupción, etc. Solo nos importa tener más y más, tener
como sea, el caso es tener. Pero hoy tener más de lo
necesario es dejar a otros sin lo necesario.
Y no vemos que acumular cada vez más en menos manos es
dejar a más manos con menos. A más riqueza, más pobreza.
Esta espiral de asimetría lleva a la muerte injusta y
prematura de muchos y está poniendo en grave peligro el
futuro de la humanidad y del propio planeta. ¡Qué ciegos
estamos, pues no vemos que por ese camino nuestro futuro
también está en peligro!
Hay personas ciegas por el poder económico-político.
Hay quienes van a la política para prestar un servicio a
la sociedad y son muy loables, pero también hay quienes
van a la política para situarse económicamente:
conocemos demasiados ejemplos de corrupción, de
sobornos. El poder es del pueblo que con su voto lo pone
en manos del político para que este lo administre al
servicio del pueblo, pero a menudo les ciega el poder y
con el poder se sirven del pueblo. Esto crispa a la
ciudadanía, la desmotiva, la degrada éticamente, daña la
participación electoral.
Entre los ciegos por el poder político destacan los
dictadores que son incapaces de retirarse a tiempo y
para perpetuarse quebrantan, modifican o violentan las
leyes, e incluso sacan la policía o el ejército contra
quienes les cuestionan. El actual Presidente de
Guatemala, como la ley le impide a él y a su mujer
presentarse, se divorcia de ella, para que esta pueda
presentarse a las elecciones.
También hay personas ciegas por la ideología.
Son las que creen que solo ellas poseen la verdad, una
verdad que los demás deben acatar sin cuestionarla.
Los ciegos por la ideología fundamentalista
se creen videntes siendo ciegos. Y se empeñan en que los
demás vean lo que ellos quieren que vean. Pero "¿acaso
puede un ciego guiar a otro ciego?"
Son principalmente los fundamentalistas religiosos de
los diferentes credos, sobre todo las religiones del
libro (cristianismo, judaísmo e islán), entre las que
destaca la católica, que se tiene por depositaria
indiscutible de la verdad, su verdad es la verdad. Se
considera infalible, al menos en su jerarquía, nunca se
equivoca y nada tiene que aprender de nadie. Y lo peor
es que no se reconoce ciega.
Los conductores de la iglesia actual parecen cada día
más ciegos, no escuchan a su pueblo y en lugar de abrir
los ojos a la realidad de nuestro tiempo, aún los
cierran más y miran al pasado en vez de abrirlos al
futuro. Pretenden apagar la luz del Concilio Vaticano II,
la luz de la Teología de la Liberación, la luz de las
Comunidades de Base, la luz de teólogos y pastores que
van abriendo caminos de liberación y esperanza…
Las tres cegueras son a cuál más grave.
Faustino Vilabrille