El impacto de la globalización
sobre las mujeres africanas
Pocas
mujeres africanas podrían responder a la siguiente pregunta:
¿qué es la globalización y qué efectos tiene sobre la vida
de las mujeres? A pesar de que sólo unas privilegiadas
puedan dar nombre a una realidad de la que nadie escapa, la
globalización es un hecho indiscutible. De norte a sur, de
este a oeste, las mujeres del continente están inmersas en
este proceso que afecta sus vidas positiva o negativamente,
de un modo o de otro.
Hechos y
situaciones de la vida cotidiana de mujeres africanas en
distintos países nos muestran cómo el proceso de la
globalización influye en la vida de las mujeres africanas:
·
Awa
Dialo, vende en el mercado leche transformada, como lo hizo
su madre y su abuela, pero ella tiene que vender leche en
polvo importada “del país de blancos”. Le sale más barata
porque goza de subvenciones en Europa o América.
·
A Marta
le cuesta cada vez más ganarse la vida vendiendo la ropa de
niños que ella misma fabrica. Los mercados están inundados
de ropa fabricada en China y de ropa usada, despojos de los
países que inventaron la economía del mercado global, los
llamados “yugu-yugu” en África del Oeste o “calamidades”, en
Mozambique.
·
Aminata
no puede acercarse al mar, dice que “huele a sangre”. Su
hijo, como miles de otros jóvenes, se ahogó en el Atlántico.
Desde que barcos venidos de muy lejos vienen a llevarse el
pescado, la vida se ha hecho difícil para los pescadores y
los jóvenes se embarcan en la desesperada aventura de los
cayucos.
·
Teresa,
como miles de mujeres, ha sido víctima de la violencia
desatada por guerras, que nos quieren vender como guerras
étnicas pero que, de hecho, son geopolíticas y económicas
(petróleo, coltán, diamantes…).
·
Asita, como muchas otras niñas de familias pobres, quedó
excluida de la escuela. En la década de los ochenta, las
becas fueron reducidas o suprimidas a causa de los Programas
de Ajuste Estructural del Banco Mundial. Los varones fueron
preferidos.
Estos
ejemplos, sacados de mi experiencia personal o de
informaciones directas, ilustran situaciones que, con pocas
variantes, podrían darse en la mayoría de los países
africanos.
Hablan
por sí mismos de los efectos perversos que la globalización,
unida a políticas neoliberales, han producido y producen en
la vida corriente de las mujeres. Detrás de esas situaciones
se pueden encontrar leyes comerciales, modelos de
desarrollo, programas de ajuste estructural y guerras
promovidas o favorecidas para mantener el control sobre las
materias primas.
Una mujer
africana denuncia los aspectos negativos de esta
globalización
En
estos últimos años se ha oído en foros sociales,
conferencias y mesas redondas del mundo entero, también en
España, la voz de una mujer denunciando los efectos
perversos de la globalización en África. Se trata de Aminata
Traore, organizadora del Foro Social de Bamako. Es una
figura importante de la resistencia africana a las
orientaciones neoliberales de la globalización.
Aminata Traore nació en Mali
en 1948, estudió en la universidad de Dakar y trabajó como
investigadora en la universidad de Abidjan. De vuelta a su
país fue ministra de Cultura y Turismo y candidata a la
presidencia. Actualmente es consultora internacional y
miembro de la Comisión Mundial sobre la dimensión social de
la globalización.
Desde
hace años no se cansa de alertar contra los efectos
perversos que engendra la unión de globalización y
neoliberalismo, apisonadora que aplasta a millones de
personas sumiéndolas en la pobreza, cuyas víctimas
principales son mujeres y niños.
En su
libro, “L´Afrique dans un monde sans frontières”, 1999,
quiere probar que otro África es posible, un África que no
sea víctima de decisiones macroeconómicas impuestas desde el
exterior, que transforman economías, sociedades y culturas
según el dogma neoliberal.
Más
tarde, en: “Le viol de l´imaginaire”, 2004, denuncia los
mecanismos engañosos que se esconden bajo estrategias de
lucha contra la pobreza: engendran más pobreza y las
soluciones que propone, mejor, que impone, no sólo no tienen
nada que ver con los que están en esta situación, sino que
privan a África de sus recursos humanos, naturales y
financieros.
¿Es
todo negativo en el proceso de globalización?
A pesar
de las críticas, más que justificadas, que se han hecho y se
pueden hacer a la globalización, no podemos olvidar la
influencia positiva que también ha tenido para las mujeres.
Hoy
podemos constatar cómo mujeres de negocios africanos viajan
regularmente a Europa y Estados Unidos, Japón, China,
Emiratos Árabes y tienen clientes en varios países del
continente.
El
impacto que han tenido los microcréditos, inventados en un
lejano país asiático, Bangladesh, en la microeconomía han
ayudado a muchas mujeres africanas del campo y de la ciudad
a salir de la extrema pobreza.
Hablar
de globalización es también hablar de intercambio de
informaciones, de ideas y de valores. Uno de los aspectos
positivos de la globalización es favorecer, potenciar y
acelerar el encuentro de pueblos y culturas, así como los
cambios culturales que resultan de ellos.
Pero
podemos olvidar que los encuentros entre los pueblos, su
impacto en la toma de conciencia de las mujeres sobre su
situación, la lucha de las mujeres por su liberación y los
primeros logros obtenidos empezaron el siglo pasado. El
proceso que llamamos globalización, sólo existe desde hace
poco más de veinte años, pero ha acelerado estos cambios.
Si las
mujeres africanas han ido liberándose de costumbres
ancestrales que las oprimían y van conquistando poder, si se
les van reconociendo sus derechos y van ocupando el lugar
que les pertenece, es gracias a una lucha de la que ellas
son las principales protagonistas. Lucha que se ha ido
centrando sucesivamente en reclamar los derechos de la mujer
frente a la poligamia y la libertad de matrimonio, las
mutilaciones genitales, el derecho a ejercer el poder…
Desde
que El Cairo vio en 1919 la primera manifestación feminista
promovida por Hoda Charaul, pasarán muchos años antes de que
se vean reflejadas algunas de sus reivindicaciones en los
Códigos de la Familia y de las Personas, que siguen marcados
por la religión musulmana y la costumbre.
Un hito
importante será la declaración de 1975, año internacional de
la mujer y el decenio de la mujer, 1975-1985. Son años de
gran dinamismo asociativo y de mayor presencia en puestos de
poder, hasta que en 2006, Ellen Jonson Sirleaf se
convirtiera en la primera mujer presidenta de un país,
Liberia.
La
conferencia de Pekín, la Marcha Mundial y el protocolo de
Maputo
La
conferencia de Pekín sobre la mujer en 1995 impulsó cambios
importantes para las mujeres africanas, fue posible gracias
a la globalización. Al mismo tiempo, la lucha por la
liberación de la mujer deja de ser esencialmente lucha de
las elites. Para prepararla, asociaciones de mujeres rurales
también tomaron la palabra.
Después
de Pekín las mujeres son más conscientes de sus derechos y
de la capacidad que tienen para ejercerlos. Allí surgió la
idea del movimiento “la Marcha Mundial” que reúne a más de
5.500 grupos, en 163 países. Este movimiento tuvo gran
acogida en África.
Junto a
otros movimientos contribuyó a que en 2003, 53 jefes de
Estado de la Unión africana firmasen el protocolo de Maputo
sobre los derechos de las mujeres africanas, cuyo artículo 5
eleva a rango de violación de derechos humanos todo lo que
va contra la salud física y psíquica de la mujer, en
particular las mutilaciones genitales femeninas. El
protocolo entró en vigor en 2005.
Durante
la V Marcha Mundial, que tuvo lugar en 2004 en Ruanda, nació
la idea de una Carta Mundial a la Humanidad, que se basa en
valores de igualdad, libertad, solidaridad, justicia y paz.
Esta
carta, resultado de un proceso de consulta mundial, recuerda
el por qué de la lucha de las mujeres, los logros obtenidos,
el camino que queda por recorrer, los nuevos retos a los que
están confrontadas como son el sida, la trata de mujeres y
las violaciones como arma masiva de guerra.
Para
darla a conocer se organizó en el 2005 un relevo mundial que
partió del Brasil el 8 de marzo para llegar a Burkina Faso
en octubre después de hacer escala en 50 países de los que
14 eran africanos. Esta carta resume muy bien un aspecto
positivo de la globalización: la unión de las mujeres
africanas con las del mundo entero en una misma lucha.
Las
mujeres se siguen movilizando para denunciar realidades que
siguen esclavizándolas y para reclamar leyes más justas y
que sean aplicadas. En 2008, una mujer nigerina que había
sido esclavizada ha ganado un proceso contra el Estado por
no haber vigilado que se cumpliera la ley contra la
esclavitud. Esto es un signo de esperanza, como lo será el
que se cumpla el primer objetivo de la igualdad de sexos en
el acceso a la educación elemental, promesa de cambios más
rápidos y eficaces gracias al cambio de mentalidad.
Paquita Reche,
mnsda