EVANGELIOS Y COMENTARIOS   

                             
                              

 

                             cristianos siglo veintiunoPágina Principal
Índice

 

 

 

Juan 11, 1-45

Descubre y vive la Vida definitiva

 

 

La gran dificultad, al hablar de la vida y de la muerte, estriba en que tenemos que utilizar las mismas palabras para expresar conceptos completamente diferentes. Tan diferentes que se puede dar la muerte en una vida fisiológica de lo más saludable. Y se puede dar la Vida definitiva en la misma muerte biológica. Si no aplicamos el concepto adecuado en cada caso, tergiversamos el texto hasta hacerle decir lo que no dice.

 

En el relato de hoy, todo es simbólico. Los tres hermanos representan la nueva comunidad. Jesús está totalmente integrado en el grupo por su amor a cada uno. Unos miembros de la comunidad se preocupan por la salud de otro. La falta de lógica del relato nos obliga a salir de la literalidad. Si Jesús hubiera pretendido salvar la vida biológica de Lázaro, hubiera ido inmediatamente a curarlo. Hubiera sido más fácil que resucitarlo. Pero su intención no es curar la enfermedad de Lázaro, sino manifestar la Vida en él. Por eso espera a que la muerte quede rotundamente confirmada (cuatro días, ya huele).

 

Si seguimos preguntando si Lázaro resucitó o no, es que seguimos en el lado de los muertos, porque nuestra preocupación sigue siendo la vida biológica. La alternativa no es esta vida u otra vida después de ésta. La alternativa es: vida biológica sola, o Vida definitiva durante esta vida.

 

Que Lázaro resucite para volver a morir unos años después no soluciona nada. Sería ridículo que ese fuese el objetivo de Jesús. Es realmente sorprendente, que ni los demás evangelistas, ni ningún otro escrito del NT, mencione un hecho tan espectacular como la resurrección de un cuerpo cuando ya está podrido. Sobre todo, cuando los sinópticos narran hasta la curación de una gripe en la suegra de Pedro.

 

Jesús no hace ningún caso de la resurrección del último día, de la que habla Marta. Lo que él ofrece es otra cosa. Jesús no viene a prolongar la vida física, viene a comunicar la Vida trascendente que él mismo posee y de la que puede disponer (5,26).

 

Esa Vida es de tal fuerza, que anula el carácter catastrófico de la muerte en el hombre que la sufre. Es la misma Vida de Dios que él posee por el Espíritu.

 

Resurrección es un término relativo, supone un estado anterior (re-) de vida física. Ante el hecho de la muerte natural, la Vida que sigue, aparece como renovación de la vida que termina. Respecto a la Vida que comunica Jesús, es su continuidad; aunque, para entendernos, le llamemos resurrección.

 

“Yo soy la resurrección” está indicando que es algo presente, no futuro y lejano. No hay que esperar a la muerte para conseguir Vida. Está mucho más claro cuando hablamos de nuevo nacimiento, como dice Jesús a Nicodemo en el mismo evangelio.

 

Para que esa Vida pueda llegar al hombre, se requiere como condición indispensable la adhesión a Jesús. A la adhesión responde él con el don del Espíritu-Vida, nacimiento a una nueva Vida que se sitúa más acá y más allá de la muerte física. El término “resurrección” expresa solamente su relación con la vida biológica. Esto se decía en (5,24) “Quién escucha mi mensaje y da fe al que me mandó, posee Vida definitiva”.

 

Jesús corrige la concepción tradicional de “resurrección del último día”, que Marta compartía con los fariseos. Para Jesús, el último día es el día de su muerte, en el cual con el don del Espíritu, la creación del hombre queda completada. Esta es la fe que Jesús espera de Marta.

 

No se trata de creer que Jesús tiene poder para resucitar a un muerto. Se trata de aceptar la Vida definitiva que Jesús posee y puede comunicar al que se adhiere a él. Nosotros hoy seguimos con la fe de Marta que Jesús declara insuficiente. Seguimos esperando que Dios nos devolverá la vida biológica porque es la que deseamos.

 

“¿Dónde le habéis puesto? Esta pregunta, hecha antes de llegar al sepulcro, parece insinuar la esperanza de encontrar a Lázaro con Vida. Indica que son ellos los que colocaron a Lázaro en el sepulcro, lugar de muerte sin esperanza. El sepulcro no es el lugar propio de los que han dado su adhesión a Jesús.

 

Al decirles: “Quitad la losa”. Jesús pide a la comunidad que se despoje de su creencia. Los muertos no tienen por qué estar separados de los vivos. Ellos están también Vivos. Los vivos pueden estar muertos.

 

“Ya huele mal”. La fe que Marta acaba de confesar, parece ahora un espejismo. La realidad de la muerte se impone y no deja lugar a la esperanza. Al recordar una vez más los “cuatro días”, nos muestra los estragos que la muerte causa en el hombre desde siempre. Marta sigue pensando que la muerte es el fin. La muerte biológica no es el fin, pero sin muerte del “ego” no se puede alcanzar la verdadera meta. Para alcanzar lo más alto, hay que bajar a lo más bajo.

 

La muerte sólo deja de ser el horizonte último de la vida cuando se asume y se traspasa. “Si el grano de trigo...” “El que quiera salvar su vida la perderá.” Nadie puede quedar dispensado de morir, ni el mismo Jesús. Jesús invita a Nicodemo a nacer de nuevo. Ese nacimiento es imposible sin morir antes. Esta es la clave del mensaje de Jesús. ¿Lo creemos? ¡¡NO!! Pues, apaga y vamos.

 

Al quitar la losa, desaparece la frontera entre muertos y vivos. La losa no dejaba entrar ni salir. Era la señal del punto y final de la existencia. Ocultaba la presencia de la Vida más allá de la muerte. Si de vivo aceptó la Vida, Lázaro sigue viviendo ahora.

 

Al levantar los ojos a “lo alto” y “dar gracias al Padre”, Jesús se coloca en la esfera del Padre. Jesús está en comunicación constante con Dios; su Vida es la misma Vida de Dios. No se dice que Jesús haya pedido nada. El sentido de la acción de gracias es más profundo. Es consciente de que el Padre se lo ha dado todo, entregándose Él mismo. La acción de gracias no puede ser en Jesús un acto, sino una actitud permanente.

 

Al gritar “¡Lázaro, ven fuera!” está confirmando que el sepulcro donde le habían colocado, no era su lugar propio. Han sido ellos los que le han colocado allí. El creyente no está destinado al sepulcro, porque aunque muere, sigue viviendo. Con su grito, Jesús muestra a Lázaro vivo en la muerte. Los destinatarios del grito son ellos, no Lázaro. Ellos son los que tienen que convencerse de que la muerte física no ha interrumpido la Vida. Entendido literalmente es un absurdo. ¡Ya podía gritar fuerte para que el muerto lo oyera!

 

“Salió el muerto con las piernas y los brazos atados”. Las piernas y los brazos atados muestran al hombre incapaz de movimiento y actividad (ciego de nacimiento). El ser humano que no nace a la nueva Vida, permanece atado de pies y manos. Una vez más es imposible entender la frase literalmente. ¿Cómo pudo salir, si tenía los pies atados?

 

El que sale es el muerto, y ostenta todos los atributos de la muerte, pero sale él mismo porque en realidad está vivo. Tanto los circundantes, como el muerto, tienen que tomar conciencia de su nueva situación. “Desatadlo y dejadlo que se marche”. Son ellos los que lo han atado y ellos son los que deben soltarlo. No devuelve a Lázaro al ámbito de la comunidad, sino que le deja en libertad, porque esta ya en la esfera de Dios Vivo.

 

También ellos tienen que desatarse del miedo a la muerte que paraliza. Ahora, sabiendo que morir no significa dejar de vivir, podrá la comunidad entregar su vida como Jesús, para recobrarla. Sólo ahora el servicio hasta dar la vida es la única garantía de Vida. Ahora está la comunidad preparada para entender la muerte de Jesús y su resurrección.

 

 

Meditación-contemplación

 

Yo soy la resurrección y la Vida.

Para entender lo que dice Jesús,

hay que ir más allá de lo biológico.

Se trata de la Vida eterna, la vida definitiva.

Esa Vida no es más que la misma Vida de Dios

comunicada al hombre.

.....................

 

Pero tampoco es algo que Dios nos da o no nos da.

Es el mismo Dios que nos comunica su mismo ser.

Su ser que es Espíritu y que es el centro de nuestro propio ser.

Jesús nos invita a descubrir y a Vivir esa realidad.

...................

 

Esa Vida divina no interfiere con la vida biológica.

La biología sigue sus propias leyes.

Esas leyes no sólo no impiden esa Vida,

sino que la hacen posible.

Ni siquiera la muerte biológica tiene repercusión alguna

en la verdadera Vida.

.....................

 Marcos Rodríguez

 

Subir